
Poco a poco la tecnología está comenzando a colonizar las actividades agrícolas, lo que sin duda representa algo muy positivo. Sin embargo, el que esto ocurra generará un cambio de paradigmas bastante drástico.
Si el avance tecnológico sigue su ritmo, dentro de poco tendremos robots y drones por todos lados, tanto fuera como dentro de las estructuras de protección, que nos ayudarán a medir y controlar muchos parámetros.
También tendremos tractores autónomos y maquinaria agrícola modular, minirobots para detección de plagas y enfermedades, iluminación led bajo demanda, estructuras adaptables y plásticos de transparencia modificable.
Todos estos desarrollos tecnológicos necesitarán sin duda de una nueva generación de agrónomos, no solo enfocados en la cuestión agrícola, sino también con los conocimientos tecnológicos necesarios para operar.
Y es que en algún momento buena parte de la producción agrícola mundial se realizará en sitios más parecidos a un laboratorio que a una parcela. Ahora mismo estamos viendo los inicios con la agricultura en interiores.
No se trata solo de un sueño, será parte de la respuesta que tendremos que dar a la pregunta de cómo vamos a alimentar a tantos millones de personas. Produciremos en fábricas verdes de muchos niveles verticales.
Claro, siempre existirá la agricultura tradicional, y de hecho nunca debería desaparecer, pero ya está quedando claro que necesitamos producir de forma superintensiva si queremos que la demanda alimenticia se cubra.
Y por todo esto el perfil de los especialistas en agronomía debería cambiar ya, pues las generaciones actuales serán las que estén en campo cuando nuestros mayores retos de producción comiencen a hacerse realidad.
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